[Rafa Hernández] El señor Hollingsworth

 En Opinión

Me despierto, de manera natural, de madrugada recordando vívidamente lo que recién he soñado. Esto es algo raro porque no suelo recordar lo que sueño y si lo hago, lo olvido en el lapso de tiempo que pasa entre que me despierto y llego al baño para la primera micción del día. En ese momento de la noche, la imagen de una especie de Hugh Jackman decimonónico, con patillas (más cortas, eso sí, que las de Lobezno) y las solapas blancas de su camisa sobresaliendo de su jubón de paño me palpita en la sien. La pose en la que lo veo es extraña. Hugh está recostado, como quién se tumba sobre unos sacos de paja, y con sus manos hace ademanes que, sin ser necesariamente verdad, le hacen parece más listo. Lo raro de despertarme a medianoche habiendo soñado con este hombre, de esta guisa, no es la sensación de que mi subconsciente quiera decirme algo sobre mi sexualidad, si no que el mapa dibujado por mis conexiones neuronales en la fase REM puso a Hugh, por alguna razón, a interpretar el papel de un tal señor Hollingsworth. Su personaje no era más que otro escritor antiguo del que habían hecho una película. ¿En serio? ¿Otra película sobre un escritor hombre? Lo que de verdad creo que me ha despertado esta noche fue la imposibilidad de discutir con el señor Hollingsworth el hecho de que por cada película de Hollywood dedicada a una escritora, había un puñado de malas películas sobre malos escritores hombres. Algunas buenas. Y algunas también sobre buenos escritores. La de Capote, la de Trumbo, la de Keats, la de Reynaldo Arenas, la de C.S. Lewis, las de alguno de la generación beatnick, incluso las de creadores de cómics cuya literatura es más reseñable que bastante de la poesía que se hace actualmente. La obra fílmica sobre la vida de escritoras es una mesa que cojea por varias patas. Las hermanas Brönte tienen adaptaciones de sus novelas, pero, ¿y su vida? En España existen algunas excepciones, como ‘La condesa rebelde’ sobre Emilia Pardo Bazán, aunque la acaparadora de carteleras, el terror de la alfombra roja, es Santa Teresa de Jesús, protagonista de mucho cine, creo que más por su éxtasis, algo que siempre da bien en pantalla, que por su destacable obra poética. A la hora de elegir protagonistas, Hollywood hace tiempo que se olvidó de la creatividad; la deriva de precuelas, secuelas, reboots y biopics ha hecho que ahora los protagonistas se elijan y no se creen. La visita del señor Hollingsworth, Hugh, interrumpió mi sueño para generarme la creencia de que la igualdad también se trabaja eligiendo sobre quiénes queremos contar su obra y vida. El señor Hollingsworth y yo, tumbados en arrobas de heno, en medio de nuestro sueño, les deseamos buenas noches mientras esperamos la compañía de alguna escritora de cine para hablar de literatura. Zzz.

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