Presentado el proyecto para rehabilitar el único inmueble modernista de Lanzarote

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Teguise ha remitido a la consejería de Transición Ecológica y Política Territorial, así como a Patrimonio y Medioambiente del Cabildo Insular, el proyecto de rehabilitación de la Casa Modernista de Famara redactado por la Diócesis de Canarias, propietaria del histórico inmueble ubicado en primera línea del pueblo de la Caleta de Famara.

Al fin la Diócesis ha presentado un proyecto para recuperar uno de los ejemplos más singulares de la arquitectura de Lanzarote, la casa veraniega de don Luis Ramírez”. Es notorio el deterioro de la Casa Modernista, que ha sido vallada ante el peligro de derrumbe y que está muy desmejorada.
Parece de especial interés lograr que no se pierda este valor patrimonial para la isla.

Único ejemplo modernista de Lanzarote

“La decoración de la fachada de la casa, que se ha ido desprendiendo, es un despliegue de motivos marinos: delfines, pulpos, caracolas y burgados de formas sinuosas recorren el espacio curvo de la fachada y hablan de la influencia del art nouveau o modernista, que tanto éxito había tenido en Europa, especialmente en la Barcelona de Gaudí, y que Luis Ramírez, afamado viajero y enamorado del arte y la cultura, quiso recrear en su casa veraniega regalándonos de este modo esta joyita arquitectónica, único ejemplo modernista de la isla”, tal y como la define Arminda Arteta en su blog Lanzarote Inédita.

“En una de las paredes interiores construyó un nicho para enterrar a su perra Florinda, homenajeada en una pequeña lápida que rezaba: Aquí yace Florinda, la mejor amiga del hombre, demostrando, nuevamente, una enorme sensibilidad”, cuenta la historiadora.

“Una de las personas que lo conoció, José Ferrer Perdomo (propietario del museo Tanit), me informó acerca del cariño y la admiración que sentían los niños hacia Luis Ramírez, pues, entre otras cosas, daba una peseta a todo aquel chiquillo que le llevara un cesto lleno de papas crías, lapas, burgados o huevas de erizos, alimentos predilectos del mecenas”.

“Desgraciadamente, este inmueble, que fue donado por su propietario a la Iglesia, muere lentamente, atacado por el efecto de la maresía y por el aún más feroz efecto del olvido, a la espera de que algún espíritu sensible como el de aquél que la construyó lo rescate y lo haga lucir de nuevo en todo su esplendor”.

Luis Ramírez falleció en Barcelona en 1950 a causa de una peritonitis, cuando se dirigía a Roma para encontrarse con el Papa. Sus restos reposan hoy en un bellísimo monumento funerario del antiguo cementerio de La Villa, aunque su legado está presente en múltiples espacios de la isla.

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