> Que el viento siempre acune las palabras al vuelo

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El lugar había cambiado con respecto a ediciones anteriores, pero la habitual función colectiva de los narradores invitados a la edición de este año de Palabras al Vuelo encontró en la Recova Municipal de Arrecife el emplazamiento perfecto. Aquí en los años 30 se comerciaba con los abastos que alimentarían a los habitantes de Lanzarote. Anoche, casi 90 años después, lo que se ofreció al público fueron historias que llevarse a casa.

En el escenario esperaba ansiosa una batería que acompañaba a la iluminación violeta que adornaba a la vegetación que hacía de techumbre natural a la bella estampa. El público se iba acomodando, contándose cosas, cómo no. Después de unos breves minutos dedicados a las historias, sonaron los acordes del canto partisano “Bella ciao”. Ahí la gente supo que comenzaba la función. La música del cuarteto Saravasti introdujo sutilmente a los narradores que, uno a uno se fueron presentando a través de sus cuentos, ante los espectadores.

Los grancanarios Begoña Perera y Néstor Bolaños se pusieron de acuerdo, cósmicamente, en la temática central de sus historia: el amor y la muerte. La primera narró la infatigable lucha de un hombre que muere, revive y vuelve a morir, llegando a desesperar a su esposa, mientras cocinan ropavieja. El segundo nos transportó al mundo en miniatura de una mantis religiosa macho que a pesar de saber lo que hacen las hembras, no puede evitar seguir su instinto. Desde la islas, también se subió al escenario la lanzaroteña Vicki Dos Santos que contó y cantó dos cuentos.

Charo Jaular nos habló de sus orígenes y de su abuela, de la que nos que nos trajo la historia de dos páginas de un libro que se aman, que no soportan cuando las separan, pero que se consuelan al saber que que esa separación siempre es breve. Hasta que un día no lo es.

Desde Perú subió al escenario, Mercedes Carrión, narradora y prestidigitadora a un tiempo. Entrelazó dos relatos, uno de origen cherokee y otro amazónico, que trasladaron al público al inicio del mundo. Las campanas de la Iglesia de San Ginés ayudaron a marcar los pasos de su protagonista que logró, tras mucho rogarlo, que su amada se detuviera a recoger las fresas del camino, tiempo que aprovechó él para alcanzarla y no volver a perderla.

El ganador del premio Molière, Alberto García Sánchez deslumbró al público con la fluidez con las que sus palabras jugaban al tratar en su cuento el tema de la imposición de las modas. “Ya no se hace ropa para las mujeres, sino mujeres para la ropa”, dijo. Su crítica fue recogida con aplausos por los espectadores asistentes.

Para finalizar, el toque idiomático lo puso Robert Seven-Crows Bourdon, que subió al escenario para acompasar sus historias narradas y cantadas en un francés amerindio con un tambor que retrotraía al espectador a cualquier lugar donde vivieran las tribus. Habló del viento de su lugar de nacimiento y de Lanzarote y de cómo no se puede intentar detenerlo. El canadiense terminó expresando a viva voz un deseo: “que las palabras vuelen alto como el viento y se esparzan como este mueve las semillas”. Las semillas de Palabras al Vuelo no paran de generar raíces porque ya se ha convertido en uno de los festivales más consolidados de la isla de Lanzarote.

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