> Cosas que mejorar en la primera edición del Gran Canaria SUM Festival

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El 29 de septiembre de 2018 fue la fecha que vio nacer la primera edición del Gran Canaria SUM Festival, en el intento de convertirse en un evento que acabe consolidándose para acercar las mejores propuestas musicales dentro del panorama nacional a la ciudad de Las Palmas.

La capacidad máxima de 11.000 personas que cuenta el recinto ferial de Infecar, donde se celebró el festival, quedó algo holgada a la vista de la afluencia de personas, sin embargo la intención de los responsables es “crecer poco a poco y de manera sostenible, asegurando la comodidad de los asistentes y el acceso a los servicios”.

Es en este punto donde es de recibo recoger las críticas que se pudieron escuchar durante y tras la finalización de los conciertos. Todas relacionadas con las esperas: esperas a la hora de comprar los tickets y esperas a la hora de pedir comida. Ah, y también la entrada al recinto, que al estar la puerta principal cerrada se podía observar a ríos de personas que, tras alzarse sobre una colina, atravesaban una valla en posiciones inverosímiles como si estuviera escapando de la cárcel en lugar de entrar en un concierto. Dicho queda.

Ahora, a hablar de la música. Mucha gente se acercó al SUM Festival para ver a los cabezas de cartel, Izal y Rozalén. O quizás, para rememorar viejos tiempos con La Habitación Roja. O puede que incluso, por alguna razón que se nos escapa, quisieran disfrutar a las Nancys Rubias. Además, estuvieron por ahí Funanbulista y Novedades Carminha, con su bailable repetición electrónica. Sin embargo, no vamos a hablar de ninguno de ellos. Sólo de Elefantes y de Sidonie.

La potencia que da la experiencia. Elefantes inundó con una luz blanca, casi divina, el escenario, brindando por fin algo de elegancia al público que asistió obnubilado a la enésima resucitación de este grupo. Nos olvidamos de ellos, podemos hacer como no existen, pero una vez en frente te mantienen atentos a su música la hora completa.

Lo de Sidonie, es caso aparte. Un tornado, un centrifugado, una vuelta de tuerca, un escalera de caracol, un yoyó en manos de un niño, una incansable elegía, un traqueteo sin descanso, un disfrute. La energía consumida por el grupo en el escenario sobrepasó las expectativas de lo esperado por un grupo que ya lo ha hecho todo en el panorama musical nacional. Y a pesar de eso, lograron divertir a todo el público asistente.

El SUM Festival, una primera edición con fallos, pero que puede lograr, si mejora, consagrarse en el calendario de festivales español.

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