Día del libro… ¿y después qué?
Por Paco Robayna, Club de Lectura El Charco
Hoy se ha celebrado el Día Internacional del Libro; esa herramienta cultural, de aprendizaje y de prosperidad que todas y todos tenemos a nuestro alcance, en mayor o menor medida. Y hablo de prosperidad, sin olvidar que esta palabra se relaciona directamente con todo aquello material que ejemplifica la riqueza.
No hablo de este tipo de prosperidad, sino de aquella que nos hace ser más ricos por dentro y no tanto por fuera. La expresión “aquel pueblo que no lea, será un pueblo más pobre”, no por trillada deja de ser totalmente acertada.
Esta es una sociedad en la que nos ha tocado en gracia vivir o, en muchas ocasiones, sobrevivir, en la que impera la imagen externa de cualquier tipo de poder aunque por dentro estemos totalmente vacíos. O si quieren mirarlo desde otro prisma, completamente llenos de todo aquello que no nos deja avanzar ni en el terreno personal ni en el profesional porque esa imagen ficticia de la prosperidad se convierte al final en una mochila difícil de cargar a nuestras espaldas, aunque de cara a los demás lo neguemos o queramos dar la impresión de que se trata de una bendición. Y no todo es eterno, ni siquiera la imagen ficticia de poder, inteligencia o preparación. Todo acaba por cansar. Por lo tanto y en el fondo, nos sentimos vacíos y lo sabemos. Usted lo sabe. Yo también lo sé.
Esta pequeña reflexión nace de mi humilde convencimiento de la enorme importancia de la lectura, de adquirir o mantener el saludable hábito de leer desde que aprendemos a pronunciar, leer o escribir las siglas de nuestro nombre, primer síntoma de que estamos creciendo.
Es justo en ese momento cuando debemos impregnar a los peques de la casa de la maravillosa magia que encierran las páginas de un libro, de las variopintas experiencias que nos hará vivir a lo largo de nuestras vidas todas aquellas historias que hayamos devorado gracias a unas páginas que alguien con enorme entusiasmo ha querido compartir con el resto del mundo en ese artículo llamado libro y que todas y todos tenemos en casa y que no solo sirve para decorar el salón, la estantería o ese espacio de nuestra casa del que muchas veces presumimos ante las visitas y que se llama biblioteca particular aunque en el fondo no deje de ser, tristemente, un elemento o espacio más de nuestro hogar y que pocas veces visitamos o revisamos en busca de un tesoro escondido.
Hagamos entre todas y todos que la lectura sea asignatura obligatoria en nuestras vidas desde bien temprano, pero no por obligación sino por verdadero interés o ilusión en seguir soñando porque, en el fondo, “los sueños, sueños son. … Una ilusión, una sombra, una ficción; y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son”. Podemos seguir soñando, a pesar de esta locura de mundo en el que nos ha tocado vivir. Y tenemos la fuente de los sueños en nuestras manos.
Hoy es el día del libro, sí. Lo celebramos comprando y regalando ejemplares, sin tener la seguridad de que quien los reciba vaya ni tan siquiera a abrir las primeras páginas. Pero eso sí, quedamos estupendamente bien. Una triste verdad.
Y después del Día del Libro… ¿qué?