Leila Guerriero y Jesús Maraña coinciden en en que “sin un periodismo sano no hay democracia sana”
Las actividades con motivo del centenario manriqueño retomaron su ritmo en La Fundación César Manrique con otra sesión del ciclo ‘Democracia y periodismo en su laberinto’. Esta vez fue turno de una conversación entre los periodistas Jesús Maraña y Leila Guerriero.
Leila Guerriero destacó el entusiasmo de las nuevas generaciones de periodistas para formarse en el periodismo narrativo pero también su queja común acerca de los medios donde trabajan. Afirmó que ahora los periodistas deben asumir una carga de trabajo que no les corresponde y que “en la lucha por el click se va el esfuerzo de la calidad”. Por tanto, no hay una crisis del periodismo, sino de las empresas, algo que corroboró Jesús Maraña, que aseguró que la crisis es del modelo de negocio y que el periodismo ahora es un oficio lleno de dudas, ya que antes estaba tomado por gente que tenía la seguridad absoluta: “Eso pasó a mejor vida y es una buena noticia”. Dijo que la aparición de Internet llevó a una mala lectura por parte de todos. Las empresas no lo entendieron, creían que iba a disparar los ingresos, “lo vieron como una oportunidad de pelotazo y los periodistas estábamos a la defensiva”. Señaló que el periodismo ha hecho lo que nunca haría una frutería si va mal el negocio, que es poner la peor mercancía en el escaparate y dejar de vender algún tipo de fruta: “Lo que ha hecho el periodismo es renunciar a la calidad, a lo que tiene valor” y “sin un periodismo sano no hay democracia sana”.
Maraña comparó la crisis política y la periodística porque ambas nacen de una falta de credibilidad, y dijo que los medios tuvieron un papel principal en la corrupción y la burbuja del ladrillo, donde se creaban medios por empresarios para influir en proyectos especulativos. Indicó que hay que hacer autocrítica “porque no paramos a tiempo lo que ocurría” pero también señaló que le generalización no es justa. Para Maraña, ante las presiones internas, el periodista puede y debe discrepar de su propio medio. Destacó la importancia de distinguir entre lo que es periodismo y lo que no lo es, y manifestó que el periodista en redes debe seguir haciendo periodismo porque es donde se multiplica la posibilidad de desinformar. También afirmó que las cifras de clicks son mentira porque el periodismo nunca ha sido de masas ya que exige implicación y esfuerzo, y apostó, más que por la objetividad, por ser honesto y riguroso para condicionar el debate público.
Leila Guerriero dijo que en América latina los periodistas fueron héroes (“a nadie se le ocurriría decir que Rodolfo Walsh era un mentiroso”), pero que ahora se ha generado un periodista que no va a ver la realidad, sino que quiere que lo que cuenta encaje en una teoría previa que tiene el periódico y por eso, y porque los periodistas “pastan en las plácidas praderas de Facebook”, nadie pudo predecir, por ejemplo, las victorias de Trump o Bolsonaro. “Tenemos que saber qué hemos hecho mal para que nos llamen mentirosos”, concluyó. Señaló, además, que las presiones en América son de todo tipo y que los medios también dependen de la publicidad de las administraciones públicas (un mal en el que todos coincidieron) y apostó por que las generaciones jóvenes deben rebelarse y pasar de la queja a la acción. Cárdenes, en este sentido, habló del arrodillamiento de los medios canarios ante el Gobierno de Canarias en los últimos años y de que “hemos normalizado que los editores manipulen los textos”.
Maraña pasó a hablar de la subsistencia económica de los grandes medios, que viven gracias a los acuerdos o pactos comerciales “opacos” con grandes empresas, que consisten en “te pongo dinero para llevarnos bien” sin aparecer públicamente como publicidad. Se puso el ejemplo del escándalo del BBVA y su escasa repercusión en los medios o del accidente de Spanair y las campañas en medios de Canarias por parte de la aseguradora que debía hacer frente a las indemnizaciones. En este sentido, dijo que “la ciudadanía debe ser consciente de la importancia de tener medios que hacen una función para todos”. Por eso, hay que pagar por el periodismo y, si no se asume eso, terminará desapareciendo. “Para que sea independiente tenemos que pagarlo entre todos”.