Violeta Izquierdo: “Manrique iba en contra de los intereses de los que buscaban un desarrollo económico rápido y no sostenible”
Violeta Izquierdo es profesora titular en el departamento de Periodismo y Comunicación Global de la Facultad de Ciencias de la Información de la UCM. Especializada en Arte Contemporáneo, estudió Historia del Arte en la Universidad de La Laguna donde descubrió la figura de César Manrique, al que tras conocer dedicó su tesis doctoral “La obra artística de César Manrique”. El pasado martes impartió una conferencia enmarcada en los inicios de la celebración de los cien años del nacimiento de César Manrique.
La conferencia que impartiste el pasado martes en El Almacén llevaba por título “Manrique 100 años: arte total, estética global, ¿por qué ese nombre?
Lo que pretendí era ofrecer una visión completa de la obra de Manrique. El título de “arte total, estética global” encaja muy bien con mis pretensiones de transmitir la capacidad que tenía Manrique en todos los ámbitos de la creación, pues él no solamente era pintor sino que era escultor, diseñador, intervenía en la naturaleza, era un batallador porque luchaba por mantener una estética dentro de la isla y preservar su naturaleza… El título pretendía acercar al oyente a una concepción de la obra de Manrique en su totalidad.
El psique colectivo lanzaroteño tiene metido hasta la médula a César Manrique, es nuestro, pero, ¿cómo se considera a Manrique fuera del ámbito lanzaroteño?
Siempre tengo una doble percepción sobre como se acerca la gente a Manrique. Cuando llegas a Canarias y empiezas por Lanzarote, Manrique aquí forma parte del ideario colectivo, todo el mundo lo conoce y lo siente como suyo. Si nos extendemos al resto de las Islas Canarias también tiene su presencia y prácticamente la totalidad de los canarios conocen a César Manrique. En la península tiene también su predicamento entre en sector de conocedores artísticos vinculados al mundo del arte. Manrique formó parte de una época muy importante dentro de las vanguardias españolas después de la autarquía franquista. Creo que falta un poco aún para que Manrique forme parte de una colectividad mayor. En mis clases en la Complutense, siempre que puedo y aunque fuese fuera de programa, intento hablar de César Manrique y me sigo encontrando a muchos alumnos que no lo conocen. A las generaciones jóvenes hay que instruirlas en César Manrique porque es un artista universal y total que no se queda en el ámbito de la pintura. Hay que hacer una labor importante para mantener su legado, su espíritu y seguir difundiendo su obra.
En el ámbito más personal, ¿cómo te acercaste a la figura de César Manrique?
Yo lo conocía cuando estudiaba Historia del Arte en la Universidad de La Laguna. En Tenerife está una de las MÁS emblemáticas obras de Manrique, el Lago Martiánez; y cuando vi ese tipo de arquitectura, de ocio y de entretenimiento, en conexión con la naturaleza con tantos elementos novedosos, sentí una atracción de inmediato por saber quién era. Ahí empecé a conocer más de su obra y pensé “cuando acabe la carrera haré una tesis doctoral sobre Manrique” porque nadie había hecho un trabajo así sobre él. La tesis la hice en Madrid, pero fueron cuatro años de ida y venida constante a Lanzarote para conocer y recorrer la vida de Manrique.
Además de la producción artística, a mucha gente, entre los que me incluyo, le interesa especialmente la parte de ideólogo que tenía Cesar Manrique. Era un artista que buscaba la unión arquitectónica con el paisaje mientras defendía el propio paisaje. Existen discursos de Manrique que vistos hoy mantienen toda la vigencia.
Manrique hizo un recorrido típico de un artista internacional. Sale de Lanzarote, estudia en Madrid y acaba recalando en Nueva York donde sigue las corrientes del arte contemporáneo. El no había desconectado nunca de la isla, pero en 1968 empieza a darse cuenta de las construcciones de moles de cemento, de esos resorts que no encajaban dentro del paisaje que se convertían en una arquitectura seriada copia de lo que se estaba haciendo en otras partes de España. Él sabía que eso iba a llegar a Lanzarote si no se hacía algo para intentar controlarlo. Ahí algo se removió en su interior y buscó cómo intentar controlar lo que ya se había ocurrido en Gran Canaria o Tenerife. Así, vuelve a la isla y tuvo la suerte de que en ese momento el presidente del Cabildo fuese Pepín Ramírez al que planteó un Plan de Ordenación para Lanzarote basado en el respeto al paisaje. Manrique articuló una propuesta engarzada en una idea basada en esas tres líneas: conservación de la naturaleza, respeto a las tradiciones y una arquitectura moderna. Manrique tuvo en cuenta que hay que concienciar a la población porque tenían que saber que esa propuesta se debe hacer, pero también tenían que ser los primeros garantes de la naturaleza. Esto a veces no casa con los intereses mercantiles de aquellos que buscan un desarrollo económico rápido y no sostenible. Esto nos mostró al Manrique más combativo, luchador que persigue los desmanes que se hacían contra la isla y que va con un megáfono para alertar a la población de que no se dejen avasallar por proyectos que son pan para hoy y hambre para mañana.
Lanzarote es una isla que se enorgullece de Manrique, pero que, en mi opinión, mucha parte de ella no se ha desarrollado bajo los preceptos manriqueños. ¿Estás de acuerdo en esta contradicción?
Hacía un tiempo que no venía a Lanzarote y es verdad que cada vez que vengo me parece que ha crecido. No sé qué tipo de control tienen ahora los poderes políticos. Manrique no era político, era un artista que decía lo que pensaba que se debía hacer y que tuvo de su lado al Cabildo, que le ayudó a convertir a los CACT en hitos dentro de la visita a la isla. La labor de mantenimiento de los preceptos manriqueños es labor del ciudadano, a través de sus políticos, sus instituciones y sus leyes. Como todo, siempre debe haber alguien que defienda, no solo vale quejarse. Eso es lo que hacía Manrique.
Lanzarote tiene tan marcada la imagen manriqueña del arte que muchos jóvenes artistas sienten que para ser tenidos en cuenta no deben salirse de ella.
Manrique siempre ha convivido con otros artistas. Es verdad que esa idiosincrasia de la isla en cuanto a elementos urbanísticos, señalética, etc., parte del mismo concepto, pero en cuanto a la individualidad no todo el mundo debe imitar a Manrique porque para hacer un Manrique ya estaba Manrique. No necesita imitadores, los artistas jóvenes deben de tener su camino. Es cierto que en los sitios pequeños es más difícil destacar. O muy fácil, depende. Manrique, como Picasso, es un referente y seguirá inspirando a mucha gente. Es una figura emblemática que siempre estará en el imaginario de todos.
Para concluir, ¿por qué alguien que no conozca la figura de César Manrique debe introducirse en su obra?
Manrique debe llamar la atención porque es un artista universal que enraíza en todas las corrientes del siglo XX. Es un artista muy completo que supo unificar todas las corrientes creativas dándole un sensación de obra total como lo hizo en su momento Gaudí. Nadie puede obviarle porque es un artista que marca caminos. Los artistas que verdaderamente sobresalen son los que rompen moldes y Manrique rompió moldes. Puso en valor a Lanzarote, extrajo de ella todo lo necesario para su producción artística y entre ambos desarrollaron una simbiosis perfecta.