Efi Cubero: “La poesía tiene la virtud de mejorarnos como seres humanos”

 En Entrevistas, Letras, Presentaciones

Fotografía: Pedro Gato

Autora de libros como ‘Punto de apoyo’, ‘Condición del extraño’ o ‘Fragmentos de exilio’, Efi Cubero (Granja de Torrehermosa, Badajoz) visita Lanzarote para acercar su poesía al Festival de Poesía Isla de Lanzarote. Ensayista y poeta, fue corresponsal de Frontera en Barcelona y desde hace varios años colaboradora de Revistart donde ha publicado decenas de artículos. Parte de su obra ha sido traducida al inglés, francés, italiano y portugués.

Tengo la sensación de que la poesía es el género literario menos tomado en serio por el público, ¿crees lo mismo? ¿Cuáles pueden ser las razones?

Al contrario que tú pienso que la poesía es el género literario que más se toma en serio, lo que ocurre es que necesita que el lector se adentre en ella y eso implica esfuerzo. Adentrarse. Ahondar. Excavar. No es un género fácil, desde luego. Nunca lo ha sido ni lo fue desde el principio. La mutua concesión entre el lector y lo creado comunica la fuerza, la luminosa y necesaria energía donde un texto se revitaliza y perdura. La razón por la cual la poesía no se promociona o no se vende es porque no se enseña a descubrirla en colegios, institutos o universidades. Los lugares de prestigio en los escaparates y anaqueles de las librerías son siempre para los libros de mayor consumo, lo que se publicita. Lo mediático. No dudo en que los best seller entretienen, pero hay que arriesgarse con otra clase de literatura, poesía, buena poesía, eh, que la hay también de usar y tirar, ensayo, filosofía…No hay duda en que el esfuerzo se verá recompensado. Hay que subir peldaños, nunca bajarlos.

Siempre me ha parecido que ha habido un alejamiento entre el público y la poesía porque se le ha dotado de un halo de élite al verso que, en general, da miedo al lector.

Si un lector tiene miedo es mejor que no lea poesía. Alguien que se adentra en ella no ha de tener temor de ese lenguaje que, aunque se halle formado de palabras, va mucho más allá y en absoluto pertenece a la élite de nada, es simplemente el don o la condena que reconcilia todos los contrarios. Una forma de abolir los límites desdoblando fronteras. Echó a andar hace milenios y ahí sigue sin que logren derribarla. Ha visto caer civilizaciones, la han ninguneado y pisoteado, llamaron a los poetas escoria, los condenaron a trabajos forzados, algunos murieron en la indigencia y otros en el destierro y muchos, como sabemos, terminaron por suicidarse y otros fueron asesinados. Bastantes le entregan su vida y algunos hasta empeñan el alma por ella. Su andadura es siempre lenta en una larga marcha pero profundamente viva. Es la verdad del espejo de la misma vida a veces empañado y a veces claro. Por ella mucha, muchísima gente encuentra su sentido, ya sea de cielo o de infierno.
Lo verdadero en poesía, lejos de la retórica, sintetiza. Es esencia. E incertidumbre. El poeta se halla permanentemente en estado de sitio porque no ignora que decir la verdad tiene su precio, y la verdad del poeta es un arma siempre de doble filo. Incruenta, sí, pero con un sigilo de navaja dormida como apunto en uno de mis versos. Los poetas siempre seremos fronterizos y al mismo tiempo más allá de toda frontera. Más que un acto de fe siempre representará un acto de duda. En un mundo como el de ahora mismo, tan desolador y pragmático, necesitamos más que nunca de poesía, estos destellos de fulgores ciertos que nos fustigan, nos hacen emocionarnos y reflexionar. La poesía está dotada de una sensibilidad social que enmarca una perspectiva universalista, sin desdeñar la magia de la percepción lírica que nos une para siempre al pasado y también a la estatura del ser que avanza en el presente y se reafirma en su dolor existencial frente a lo abstracto del futuro, sigue estelas y desbroza espacios y nos hace sentir de forma tan intensa como perturbadora.
Como todo arte, es el punto de fuga que libera, aunque sepamos que esa supuesta consistencia ontológica no deja de ser también algo ilusorio. A menudo descree de las eternas verdades propagadas, porque sabe, e intuye, que la libertad al fin y al cabo es un concepto que ha de vivirse desde el interior.

Dicen que sirve de consuelo pero no es cierto, no consuela. A veces se halla atravesada por el dolor pero sin ser en absoluto compasiva porque no nos seduce con imágenes coloristas ni tampoco nos intenta consolar, es una herida abierta que se defiende por sí misma sin necesitar de puntos de sutura. Porque podemos volar en libertad de la misma forma en la que nos despeñamos nos hiere desde su confinamiento buscado. El poeta se despoja de artificios y de anécdotas, acaso como contestación a la moneda de cambio de cierto tipo de lenguaje muy empleado en los últimos tiempos, ya que existen poquísimas cosas que se salven frente a los intereses de nuestra supuesta civilización.

¿Festivales como este pueden ayudar a acercar más al público a la propia poesía?

Esperemos que sí, o al menos eso desearíamos, no hay duda que en esa comunicación entre el autor y el público se establece una corriente de complicidad, un dialogo fluido que une y sirve de puente. Los escritores nos completamos y complementamos con quienes nos leen. Es como un juego serio y cómplice, donde, a la vez que el autor se desnuda, se reviste también de máscaras verbales. Aquí se hallan las marcas de los encuentros y los desencuentros, del azar y la vida que es inmortalizada en el instante mismo en el que la mirada decide descubrirla y atraparla como algo real que se palpa y que jamás podrá desvanecerse. Entre ambos, creador y lector, se establece un sólido vínculo cuando esa chispa del encuentro converge en una especial magia mediante el punto crucial de encuentro, de charla, de coloquio o de lectura, siempre terminarán siendo amigos y aliados frente a un objetivo común, el del conocimiento, la razón y la imaginación. No olvidemos que un poema se completa siempre mediante el lector que lo hace suyo. Entre el poeta y el poema, como dijo Borges y corroboró J. A. Goytisolo, la primacía siempre será del poema. Un legado que siempre vale la pena preservar.

¿Cómo es tu relación con el lector? ¿Cómo dirías que conecta tu poesía con el público?

Para alguien como yo que busca voluntariamente siempre una cierta penumbra, que no frecuenta círculos o tertulias literarias, ni foros, hace pocas lecturas públicamente y no se presenta a premios, ni manda libros a los periódicos la verdad es que no puedo quejarme. Mis libros han tenido objetivas y excelentes críticas por parte de personas que respeto y admiro y en las presentaciones siempre ha habido muy buena conexión o al menos eso es lo que yo he percibido siempre.

Sin embargo, los temas de la poesía siempre serán universales, ¿por eso nunca morirá?

Efectivamente siempre lo son. Por eso mismo no morirá nunca. Un buen libro de poesía puede darnos la vuelta y cambiarnos la vida y también los esquemas. Y siempre, absolutamente, posee la virtud de mejorarnos como seres humanos, como seres pensantes. Digamos que este tipo de escritura es algo así como un palimpsesto, no arrasa vestigios sino que los reinventa trazando nuevas rutas sobre líneas borradas que renacen bajo infinitas y nuevas formas, de mirar y de ser. Y es sin duda un misterio como todo arte auténtico.
Leer poesía es caminar a través de la vida ya que suele ser “transitiva”, es decir, se transfiere de unos a otros, transcurre, fluye, discurre. Mientras se lee se vive en diferentes planos y secuencias distintas, y también se recuerda. La memoria se activa y los sentidos permanecen alertas. A veces el lector vuelve hacia atrás en las páginas mientras cierra el libro para sentir mejor que en esos versos habita la sensación de haber vivido aquello, o acaso de soñarlo. La experiencia se empapa de algún sueño, de alguna realidad. Detrás de cada página alguien mira y también es observado. Un mundo abstracto de razón y magia donde entender la misma complejidad del mundo, ser partícipe de la propia extrañeza, crear una metáfora del fragmento de un plano que se extiende y se dobla al infinito. Hay libros y escritores de claridad compleja, misteriosa, de hondura transitable, de silencios que hieren y que acaso se necesite la vida entera para seguirlos por los íntimos y universales laberintos de la palabra, cada vez que se leen aportan una visión distinta, un matiz, algo nuevo e imperecedero.
La poesía es extrañeza y sobre todo libertad. Por eso, repito, nadie debe conformarse con lo trillado, hay que aventurarse con libros diferentes, que sean profundos y hagan pensar. Libros de poesía, por ejemplo.

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