La verdad de divagar por el Jardín de Cactus
Para la historia artística de Lanzarote siempre quedará que el Jardín de Cactus fue la última gran intervención de César Manrique en el paisaje de la isla. Construido en el año 1991 en Guatiza, este laberinto vegetal respira de la noción y la emoción medioambiambientalista del artista.
La antigua rofera, degradada, vilipendiada y seca le sirvió a Manrique de lienzo, de taller de pruebas para la creación de un jardín de plantas crasas y cactáceas original en todo el mundo. Aquella cantera de extracción de áridos sirve hoy de ejemplo de que el humano puede ayudar a intervenir en el paisaje para ponerlo en valor sin denigrarlo.
Los alrededores del centro conforman un manto verde de tuneras donde la cochinilla que producen fue de extrema relevancia económica durante el siglo XIX en Lanzarote. Dentro del recinto se resguardan más des de 4500 ejemplares de 450 especias diferentes traídas desde rincones de los cinco continentes.
Tiene el verde en ese lugar un especial brillo que parece que lo que verdaderamente intenta es absorber todo el color del cielo en cada planta. El rofe de, tonos rojizos y azabaches, juega a enmarcar la estampa. Las aves que zigzaguean, el viento que silba, la lejanía cercana del Arhipiélago Chinijo y la paz otorgada por las espinas durante el paseo ofrecen un plan, a turistas y locales, que servirá de terapia meditativa durante durante el resto del día para la mente del visitante.