Pepe Betancort: “Tardará mucho en que exista un artista de la proyección y el calado de Manrique”

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Cuando en 1974 César Manrique, junto a Pepe Dámaso, Luis Ibáñez y Gerardo Fontes, ponía en marcha el “Centro Polidimensional El Almacén” nadie podía imaginar que esa inédita e innovadora iniciativa artística iba a marcar el devenir del panorama cultural de Lanzarote. En la exposición ‘Almacén 1974’ se aborda lo que supuso que El Almacén se convirtiera en un centro catalizador del tejido artístico local. Su comisario es Pepe Betancort.

¿Qué es ‘Almacén 1974’?

Cuando se reabre El Almacén, nosotros teníamos pensado arrancar su programación con esta exposición porque había quedado una generación huérfana de el propio Almacén y que no sabía lo que aquí había ocurrido. En aquel momento pesó más la necesidad de abrirlo con los artistas que no habían podido pisarlo. Por eso dejamos esta exposición en la retaguardia. Ahora con el contexto de la casualidad de los 45 años de su primera apertura unido al centenario de Manrique parecía ideal. Nosotros veíamos necesario una exposición de este tipo porque El Almacén fue un rara avis en el contexto canario de la dictadura de Franco y la crisis del petróleo del 73. Esta exposición no se podría haber hecho sin la colaboración de Pepe Dámaso.

¿Cómo esa idea peregrina de Manrique, con el apoyo de muchos, ha cambiado la forma de entender la cultura en Lanzarote en esos últimos 45 años?

De repente alguien en Lanzarote con un grupo de amigos decide poner en marcha un espacio como este. ¿Quién osa? ¿Qué loco se atreve? Porque no existía ningún referente previo. Ni en Tenerife ni en Gran Canaria se hacían exposiciones del tipo de El Almacén, eran más convencionales. Manrique, en la periferia de la región, decide abrir un centro abierto a la cultura contemporánea haciendo guiños a los artistas más contemporáneos. En el año 74 la industria turística está en pañales y el peso de la economía aún estaba en la agricultura y en la pesca. Manrique parece que dio una lección sobre lo que se tendría que hacer en este ámbito y esto provoca una doble reacción: por una parte el Almacén se constituye como un centro de atracción de muchos artistas de fuera y a la vez permite que el tejido cultural de Lanzarote, inexistente hasta ese momento, comience a tener un sitio donde desarrollarse. El éxito es completamente inmediato.

En el origen de El Almacén no se tuvo en cuenta la posible formación cultural de los habitantes de Lanzarote sino que directamente se dio el paso más largo avanzando hasta las vanguardias.

Siempre se ha hablado de que César era un creador visionario y realmente lo es. César llega a Lanzarote de Nueva York reclamado por todas sus intervenciones en la isla. Yo me imagino que un artista como él, después de su jornada laboral,  sus tardes las tuvo que sentir como muy tediosas porque no tenía ningún sitio de ocio cultural. En una entrevista a un semanario canario del año 1973 ya habla de que ha comprado un edificio para restaurarlo y convertirlo en un espacio de esta naturaleza. ¿Un proyecto así en una isla donde no hay proyección del arte contemporáneo? ¿En una isla donde la tasa de analfabetismo es altísima? ¿Dónde no hay otros espacios que sirvan de referencia? De repente, Manrique pone en marcha este proyecto y funciona. Y desde el minuto uno se convierte en la casa de los artistas. Hay que recordar que todo se hace con los propios recursos de Manrique y esa independencia convierten este espacio en un sitio libre donde los artistas sabían que no estaban influenciados por ninguna carga ideológica convirtiéndolo en un lugar de referencia nacional e internacional.

El vacío que dejó el último cierre de El Almacén es algo que muchos nos estamos dando cuenta ahora. ¿Cómo se pudo permitir Lanzarote esto?

Cuando yo descubro El Almacén también viene de un cierre en el que César lo había rehabilitado invirtiendo todo el dinero que había conseguido en su trabajo en el Centro Comercial La Vaguada de Madrid. Ahí crea el cine, amplía las galerías… y lo dota de muchos más recursos. Recuerdo ir a la librería especializada en arte, cultura y temas canarios. Era un sitio tan especial que, por ejemplo, si César te veía en la librería mirando mucho tiempo un libro te decía “llévatelo y si te gusta vienes y lo pagas”. Cuando en la Universidad en Tenerife contábamos lo que pasaba en Lanzarote nos veían como gente rara. Juan Cruz lo llamó un “oasis” y eso era El Almacén. Una de las cosas buenas, aparte de la programación que hemos intentado sacar desde la reapertura en 2016, es que teníamos la sensación de que no había pasado el tiempo, como si fuera justo el día siguiente al cierre. El miedo era saber si conseguiríamos que el tejido cultural que ya existía dialogara con las nuevas generaciones que no vivieron en El Almacén. Ahí sucede lo que llamo yo el milagro: se produce un nuevo tejido cultural mucho más cohesionado, por ejemplo, sin los enfados y reservas de las islas de Gran Canaria y Tenerife. Los colectivos de Lanzarote no tienen ningún problema en colaborar entre ellos. Esto es complicado verlo fuera de Lanzarote.

En este periodo electoral se invoca mucho al “espíritu de Manrique” por parte de los partidos políticos. Todos creen saber qué pensaría Manrique en cada caso. ¿El espíritu manriqueño con el que surgió El Almacén se está manteniendo?

Uno de los miedos que tenemos los que nos dedicamos a programar la Cultura para el Cabildo es la posibilidad de que El Almacén pierda la esencia que le dio origen. Cuando Manrique lo pone en marcha tiene perfectamente claro que se trata un centro de arte y cultura contemporánea. En 1988 el Cabildo de Lanzarote compra el edificio a Manrique y decide instalar ahí la Consejería de Cultura. Desde ese momento se merma la actividad cultural porque el espacio está ocupado por las oficinas de la administración pública. En 2016 se pone la premisa de volver a sus orígenes y convertir el espacio en un centro de actividad cultural contemporánea. Lo que acaba ocurriendo aquí no es una continuación de lo que hizo Manrique, pero sí intenta seguir la misma línea: arte y cultura contemporánea. Si tuviera que hacer un balance, creo que Manrique estaría contento con lo que se está haciendo en El Almacén.

¿Crees que Manrique es un losa para los artistas lanzaroteños ya que, quizás, siempre se les comparará con él?

Después de Manrique no ha existido ningún artista lanzaroteño con la misma proyección y calado que él. Tardaremos muchos años en ver un artista que pueda equipararse con su significado. Sus intervenciones espaciales únicas y extraordinarias hoy no se podrían hacer. La dimensión artística de Manrique como artista plástico tuvo repercusión importante, ya viviendo en Lanzarote, en Japón, Berlín… Ahora es mucho más complicado llegar al circuito artístico nacional y brillar porque hay muchísimos más artistas. Ahora tenemos a otro tipo de artistas, también meritorios. Yo no veo que Manrique sea una losa para los artistas plásticos, pero sí que veo que nadie ha liderado proyectos de intervención espacial como los de Manrique.

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