Por qué se celebra en Lanzarote el Día de Los Dolores
Tras seis años de fuego, lava y ceniza, que dieron comienzo con las erupciones de 1730, el guardián franciscano de la isla convocó para intentar calmar al pueblo organizando una rogativa que portase la imagen de la Virgen de los Dolores al encuentro con las corrientes de lava.
La fervorosa procesión se situó en la Montaña de Guiguán y allí prometieron solemnemente construir una ermita a la Señora si ella conseguía contener la desolación que se estaba consumando. En ese momento, un hombre, valiente y temerario al mismo tiempo, se adelantó a la procesión abrazó a una cruz de tea y la clavó, mientras el resto de los isleños lloraban rogando, hastiada ya la fe.
Para su delirio, cuenta la leyenda que cuando el río de lava llegó a los pies de la cruz se frenó en seco, dejando de sepultar nuevas tierras y desviándose hacia las petrificadas escorias de anteriores erupciones. Tal es el ser humano, que las promesas realizadas se esfumaron con las fumarolas del volcán, tan pronto como los insulares tuvieron paz y tranquilidad.
Tinajo solo contaba con un par de ricos entre los que se encontraba Juan Antonio Acosta, padre de Juana Rafaela Acosta Umpierrez pastorcilla de cabras de tan solo nueve años de edad. Un día, la niña estaba en el campo cuidando alas cabras cuando una mujer enlutada la saludó amablemente y le dijo: “Niña, ve y diles a tus padres que cumplan los vecinos la promesa de construir la ermita, pues de lo contrario correrá el volcán de nuevo”.
Los padres de Juana no la creyeron y la castigaron tachándola de embustera. Sin embargo, días mas tarde, la niña vuelve a toparse con la mujer de negro que le repite el mismo recado. La niña se niega conociendo cuál fue la reacción anterior de sus progenitores. Afirman que ahí, la mujer, puso la mano sobre los hombros de la niña diciéndole: “Ve, ahora te creerán”.
El rastro de la mano de la mujer de negro quedó impregnado, según la leyenda, en el hombro de Juana. Sus padres quedaron atónitos y sin habla al ver la fina y bien proporcionada mano en el homrbo de la niña. Acto seguido, llevaron a Juana Rafaela la llevaron al templo matriz para mostrarle las diversas imágenes de la Virgen, y en la de Nuestra Señora de los Dolores la niña reconoció a la mujer enlutada.
A partir de ese momento todos los vecinos, ricos y pobres, se afanarán por edificar la ermita prometida en aquellas casi ya lejanas fechas de angustia y desolación. La terminación de la obra duraría alrededor de 10 años.
Fiesta del Fuego
El 31 de julio de 1824, a las siete de la mañana erupcionó el volcán de la Capellanía del Clérigo Duarte, entre Tao y Tiagua. Los vecinos constituyeron una procesión encaminada desde Guiguán hacia la Vegueta. Llegando a las faldas de Tamia, por el camino del Tiagua a Tao, todos los concurrentes, rodilla en tierra, imploraron a la Virgen que no permitiera que las tierras fueran de nuevo desoladas y sus bienes malparados. Al rato el volcán dejó de vomitar lava para expulsar solo columnas de humo. Tras este nuevo milagro a la Virgen de los Dolores se la proclamo como Señora de los Volcanes.