[Entrevista] Roberto Cabrera: “Da mucha alegría que un proyecto en el que participas luche por ir a los Goya”

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El actor Roberto Cabrera salió de Lanzarote para estudiar en el prestigioso Estudio Corazza. Tras su periodo de formación volvió a la isla donde abandonó la actuación hasta que un día decidió que debía intentarlo una vez. Y con razón, gracias a su personaje en el cortometraje ‘Gastos incluidos’ (Javier Macipe, 2019) ha cosechado cuatro premios en prestigiosos festivales y ahora disfruta del proceso de una carrera en ciernes

¿Cómo te nació ese deseo, esa necesidad, esas ganas de salir a Madrid para formarte con la intención de ser actor?

Desde pequeño me encantaba el cine, me compraba todas las Fotogramas, las Cinemanía, pero vivía el cine como un sueño muy lejano. Estaba estudiando en Tenerife y hubo un momento en el que me dije que quería apostar por la actuación porque es lo que me gusta. Claro, mi familia me decía que primero estudiara algo. Como llevaba bien la carrera de Derecho, decidí irme a Madrid y comenzar en el Estudio Corazza. Me animó mucho Rosana, a la que conocí porque es tía de un muy buen amigo, que me animó a seguir. Fue muy importante en ese momento conocer a alguien que ya había hecho un camino y que me afirmaba que se podía.

Últimamente, series como ‘Paquita Salas’ han mostrado cómo funcionan las escuelas de actuación por dentro, ¿cómo viviste aquella época?

Es una mezcla de muchas cosas. Por un lado la ilusión y entusiasmo de mucha gente joven por hacerse un hueco; y por otro lado, no tanto la competitividad entre los alumnos como la exigencia. Corazza es una escuela muy exigente. Hay gente que sale muy adepta y defensora de sus escuelas y otra que sale casi sin ganas de actuar. Son lugares que si no te cogen muy maduro pueden resultar muy ásperos. Hay que tener un punto de madurez para poder relativizar.

La gente con la que te estás formando serán tus futuros enemigos en castins, no hay papeles para todos… ¿No viviste la competitividad?

Yo no la viví tanto. Cuando empiezas a estudiar joven, te proyectas en ser actor, pero todavía no estás trabajando ni competiendo. Yo viví compañerismo e ilusión.

 

¿Cómo afrontaste la formación que aporta una escuela de actores?

Me ayudó el llegar bastante virgen a la escuela. Corazza enseña para teatro y para cine, y a mí me entusiasmó la forma en la que trabaja muy basada en el método Stanislavski que es trabajar mucho desde dentro de uno para aprovechar lo que tenemos. Es un método muy intenso, pero muy divertido porque a la vez que actúas vas conociendo cosas de ti que desconocías. Pasar de la formalidad de Derecho al método de la escuela es algo que recuerdo intensamente. Me ha dado técnicas que ahora sigo utilizando para darme seguridad en papeles y castins.

A pesar de que el oficio de actor se basa en ser el mejor interpretando una invención, lo veo como algo muy natural. Imagino que hay alguna parte del oficio que no se puede enseñar.

No es una profesión basada en el estudio. Hay cosas que se pueden enseñar, pero pienso que hay que tener algo, llámalo talento o intuición, que no se enseña, se trae de fábrica. Si traes un mínimo de eso luego puedes llevarlo a su máximo potencial. Yo pinto fatal, si tomo mil horas de clase no seré un negado, pero nunca seré un gran pintor. Como cualquier profesión artística tiene una parte que es innata, pero que necesita de las clases, como cualquier disciplina.

Y después de la escuela de actuación, ¿qué?

Cuando terminé, tuve un momento de crisis personal fuerte y ahí me volví a la isla. Necesitaba un tiempo de desconectar de la actuación, estaba un poco dolido por lo que comenté antes de la intensidad de las escuelas. Durante ese tiempo en la isla hice de todo y después de cuatro años volví a sentir que tenía una bala que gastar aún con la actuación. No sabía muy bien cómo, pero se dio la oportunidad de rodar el cortometraje que ha ido muy bien en festivales y ahora opta a los Goya.

Por ‘Gastos incluidos has ganado varios premios en festivales por tu actuación. ¿Qué significa ser reconocido por tu trabajo? ¿Crees que sirve para seguir haciendo camino?

Ha sido un regalo increíble. Uno siempre hace un corto con las mejores expectativas, pero ni en los mejores sueños habría creído que iba a tener este recorrido. Al principio con cierta incredulidad y con una alegría enorme de ser reconocido por tu trabajo porque los actores somos muy inseguros y da mucho ánimo para pensar que a lo mejor puedo vivir de esto. Da mucha alegría que el proyecto esté luchando para ir a los Goya; además hay una idea para realizar un serie a raíz del corto… Me lo quiero tomar como algo que me de confianza y aprovechar este tirón para buscar representante y moverme por el círculo de directores de castin, intentar que esto sea el inicio de una carrera. Dentro de lo difícil que es este mundo, considero que he tenido suerte porque muchos de mis compañeros que tuve en la escuela, después de diez años en Madrid no han tenido esta oportunidad.

¿De qué trata ‘Gastos incluidos’?

Muchos lo han definido como una especie de ‘Black Mirror’ a la española, no con tanta frialdad, pero sí en un futuro cercano algo distópico, en el que, en resumen, un chico llega a una gran ciudad y se encuentra con la problemática de la vivienda. Ahí comienza un hilo en el que se explica lo que hay que hacer actualmente para poder conseguir un alquiler de una vivienda digna. Tiene mezcla de comedia con toque sentimental. El cortometraje también ha ganado premios al guion porque da en el clavo con este problema actual de los alquileres. Mi personaje dice en un momento “hoy día para conseguir un piso te hacen una prueba de canto”. Algo tan normal como era una casa ahora ha llegado a ser un lujo.

¿Cuántos premios has ganado por tu actuación?

He ganado cuatro premios. El primero fue en el Festival de Cine y Comedia de Tarazona; luego en el Festival Internacional de Almería, la Muestra Internacional de Palencia y el Festival de Cine de Fuentes de Ebro. Y aún sigue el recorrido del cortometraje.

También has creado el personaje del ‘Psicólogo Inverso’, ¿qué reacción está teniendo?

El director del corto, Javier Macipe, me ha animado mucho con la comedia. A mí siempre me ha encantado escribir y este proyecto era como matar dos pájaros de un tiro. La vida del actor siempre es esperar así que decidí escribir cosas que fueran rodables. Me junté con el director Álvaro Moriano para hacer estos sketches. Para no haber hecho publicidad, la acogida ha sido muy buena. Además estoy aprendiendo mucho de dirección e edición, algo que me ha hecho querer seguir formándome para dirigir algún cortometraje y desarrollar la parte autoral. Durante el confinamiento he escrito la segunda temporada y mi idea es presentarlo ya a plataformas más profesionales.

¿Cómo ves el nivel artístico actual de la isla?

Cuando volví a Lanzarote en 2012 sí que noté que había habido un cambio en la isla a nivel cultural. Por ejemplo, me ha parecido muy bueno el trabajo hecho con la Muestra de Cine. La isla tiene muy buen nivel de artistas que, seguramente, por la poca infraestructura acaban emigrando. Es difícil que puedan llegar a establecerse aquí porque es un lugar pequeño. También voy notando que mucha gente que se ha formado fuera, vuelven a la isla y eso alimenta el tejido cultural de Lanzarote. Yo soy optimista con el futuro.

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