Víctor G. Moreno: “La idea de paraíso anula la revolución cuando muchas de las revoluciones pasan en el paraíso”

 En Entrevistas, Exposiciones

La labor artística de Víctor G. Moreno ha abarcado prácticamente todas las disciplinas artísticas en las últimas dos décadas. La idea de ‘Paraíso a 45 rpm’ llevaba rondándole algún tiempo hasta que ha podido unir todas las piezas del puzzle en la instalación situada en la sala ‘El Quirófano’ de Arrecife. Recientemente su proyecto fotográfico junto a Elena Zabalza, ‘View. Show hidden files’, ha sido seleccionado en la convocatoria ‘Resistències artístiques’ en la Comunidad Valenciana.

¿Qué es ‘Paraíso a 45 RPM?
Es una instalación completa que solo se va a hacer en El Quirófano. Quería hacer algo que ocupase toda la sala y que tocase el mismo tema. Una idea que tenía desde hace tiempo era utilizar el espacio de una oficina como sala de exposiciones, donde el mobiliario funcionase casi como esculturas. La disposición de la oficina me hace camuflar todos los detalles que quiero ir poniendo.

Explícanos el título de la exposición.
Es una referencia clara a la idea religiosa de paraíso, ese concepto de lugar cercado, cuidado, en el que no pasa nada grave y en el que seres humanos y animales vivimos felices.

¿Somos los humanos en las oficinas como esos animales en el paraíso?
Desde las oficinas los seres humanos vendemos esa idea de paraíso. Si entras en una agencia de viajes, por ejemplo, en un papel casi de Dios el trabajador solo te vende maravillas. Pero igual en el hotel al que vas están las kellys protestando. Quería utilizar este juego en el que todos somos también un producto.

El mundo del arte, dejando a un lado lo referente al concepto de representación o exposición, está duramente ligado también a las oficinas: casi que no se puede hacer arte sin hacer frente a una importante maraña burocrática.
Lo primero que se ve al entrar en la exposición es el logo de las empresas patrocinadoras. No existen. Para llegar al museo necesitas el patrocinio de empresas que no sabes ni a qué se dedican. Además hay que hacer frente a esa maraña burocrática, documentación, seguros, que te hace pasar demasiado tiempo dentro de una oficina, donde pasas más tiempo que en el museo. Los nombres de los falsos patrocinadores de esta exposición pertenecen a las islas ficticias que se inventaron los colonos fomentando ese sueño de paraíso.

¿Por que una oficina entonces?
La elección no es casual. Desde el año 2000, todos los proyectos artísticos que he realizado los he basado en mi trabajo alimenticio. Cuando repartía pizzas buscaba espacios, cuando fui mensajero en bicicleta me dediqué a la fotografía; ahora llevo diez años trabajando en una oficina. Es algo que también habla de mí, tiene mucho de biográfico.

¿Dé donde se asumen las referencias que protagonizan esta exposición?
Se basa mucho en lo que pasa en internet. Cojo imágenes de Google, vídeos de stock, remezclo esos materiales que nos va proporcionando internet. Además, esto funciona como crítica a cómo se repiten las imágenes que acaban logrando que nos olvidemos de otras ideas. Nos adormecen. Muchos de las partes de la exposición son imágenes de mi búsqueda de “paraíso” en internet. Así se puede ver como se repiten los mismos esquemas, como siempre son las mismas imágenes, como no salimos de esa visión casi religiosa del paraíso. Igual al otro lado de los lugares representados en esas imágenes hay una guerra.

Podemos decir, entonces, que ‘Paraíso a 45 RPM’ es una instalación multidisciplinar y conceptual, sobre todo.
Sí, hay varios conceptos bastante presentes. Uno es el concepto de paraíso, como sueño de querer estar en otro sitio. Esto no solo ocurre cuando mueres sino que, mientras trabajamos, también queremos estar en otro sitio donde no tengamos problemas. A la hora de llevar a cabo la idea no podía elegir solo una disciplina porque no hubiese salido como yo quería.

¿Llegas a temer, como artista, que un espectador que visite la instalación pase de puntillas por el concepto?
Creo que he jugado con muchos aspectos que pueden hacer entenderla fácilmente. Hay ideas muy conceptuales, pero luego el espectador se puede encontrar con los carteles que le pueden hacer ver de qué va la cosa. En un principio era mucho más críptica y difícil de leer. Pero quería acercarme también más a la gente, por eso en los próximos meses estoy pensando en hacer charlas y conferencias para explicar la instalación.

Además del #paraíso, en la exposición nos encontramos también con la #revolución.
Desde el principio quería hacer que el tono fuera muy actual y real. Quería confrontar los dos conceptos. La idea de paraíso anula lo salvaje, la revolución, cuando muchas de las revoluciones pasan en el paraíso, lugares que se convierten en tour turístico. Cuando se maneja la idea de paraíso, actualmente, se hace desde la visión empresarial.

Ya que hablamos de patrocinadores, ¿los has tenido para la exposición?
Todo ha salido de mi bolsillo. Es otra de la rama de la crítica a los patrocinadores: a mí no me esponsoriza nadie. Todo me lo hago yo mismo. Que toda mi obra esté relacionada con mis trabajos alimenticios al final habla de la necesidad de trabajar en otra cosa para luego dedicarte al arte.

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